jueves, 11 de septiembre de 2014




Azul. El niño grande encuentra la piedra angular. Reconoce sencillez en la piedra de agua. Acaricia sus siete colores. Entiende el mundo inventado por lenguajes, creencias. Lo comprende. Escucha la montaña de silencio. Atónito el niño sonríe. Ve animales, cerdos, gallinas, campo verde, ruido, humo, aroma a cenizas, hormigas, raíces.
"Piedra de agua, fluye" insinúa en protopalabras arquetípicas "iea e aua ue". Le dice. Eres sombra helada en el instante del miedo. Un poco de fuego, sanará. Nadie te dañó le explica en lenguaje de caricias a la piedra de agua, trauma, auma...
Solo que no comprendías la vertiginosa realidad, la cataráta verborrágica de espantos figurados, reiterados.
El niño Vio-lencia. El niño escuchó-lencia. El niño Si-lencia, y cayó.
Atorose la garganta con fina hierba, pasto, atoro su garganta el niño con montañas de silencio. Corrió corrió y olvidó hasta un día al fin. Vació el estanque y el alma volvió. Vaciando se llena dijo el niño grande. La luna nueva enseña receptividades suspiró. Nació.
Rojo.