De la bifurcación de sus astas surgían infinitas
descendencias. Desencarnaban en más y más dualidad. Un asta en dos, dos en
cuatro, geométricamente, en proporción áurea.
Ramas enteras como árboles caían desde la altura de su
cráneo frontal. Cascadas de luz fósil. Antigua y nueva. Caían y se erguían en
un vals estático, que recordaba el movimiento petrificado de los días férreos.
La fosforescencia de sus ojos emergía cual vertiente de la montaña. Lágrima
pronta escurridiza entre los párpados secos, humedecidos hoy por la floración
primaveral. Intacta. Una mirada de profundidad insondable, perenne.
Atosigadas pestañas recorrían el diamante del ojo
contorneándolo como un nido. Un abrazo reminiscente al brillo, que recuerda el
olvido pronto de las batallas sucesivas. Que abona los suelos de tortugas
gigantes dormidas, inmersas en la tempestad de un invierno desesperante.
Cabellera enredada cual manto de protección, cubría su piel
de espesor e intensa resistencia. Del color del fuego, el brasero, la madera
seca, el polvo, las manos ancianas surcadas por ríos de miel roja, caían sobre
su pecho, escudo del tiempo, los cabellos rizados de un color memorable.
Vestían a la bestia de mágico ropaje, criatura de los cielos, los vientos y los
mares. Sus piernas, dos columnas desnudas. Pezuñas de un color oscuro clavadas
como dagas en el desierto, daban sostén al mundo en lo alto. Su vientre era del
mar más profundo. Se difuminaba la cabellera en varias gamas hasta llegar al
color celeste acuoso que pintaba a las pequeñas escamas encorazadas de un
tornasolado indescriptible. La delicadeza de un ángel, de una mujer. Sobre si
misma giraba su flexible cola de pez, danzando en el silencio de un mar
suspendido en el aire. La única aleta final circunscribía la esfera del cuerpo
etéreo. Créanme. Yo vi a aquel ser en las entrañas de mis sueños. Una sirena
con cuerpo de alce y mente de ave. Un alce como un pez. Un nuevo dios de la
tierra, el mar y el cielo.
Imagen: Boceto de un sueño.
Anexo: "el caprialce, dicese de el
que con su parte delantera avanza hacia el tiempo, hacia la conquista de
los montes, y que con su parte de pez trae consigo el recuerdo de sus
origenes, origen acuoso comun a todos los seres de la tierra. sabio el
caprialce que avanza y a su vez recuerda" Corina Sanucci