martes, 2 de agosto de 2011

Medular

La médula es la médula. Nada como la médula.
Profundo sobre la corteza del tiempo se haya la médula. No es un oasis, un cañaberal, ni una ninfa desvelada, ni un reloj distraído mirando al cielo.
Nada como la médula del tiempo, ese durazno eterno. Su tunel acorazado, sus intrincados recovecos, su camino al carozo. Su inquietud. Su latir. Su pausa, su pulso, su vida, su muerte. Ese viento fresco.
La médula es la médula. Nada como la médula. La modulación de su música, el color de su canto. La pronunciación de la palabra médula, me sabe dulce, me save tersa. Decir médula me llena la boca de plumas, las alas de labios, y me vuelvo oscuro por fuera y me toma un fuego por dentro.
La médula es la médula. Nada como la médula.
Cuanta médula hay dentro de los túbulos que no parecen tener nada. Y cuánta médula hay gritando a tu alrededor, siempre en silencio. Nadie la ve y nadie la vió. Y te grito a la cara. Y te escondes como un caracol. Le tienes miedo al silencio.
La médula es la médula. Nada como la médula.