martes, 8 de mayo de 2012

Alceavepez

De la bifurcación de sus astas surgían infinitas descendencias. Desencarnaban en más y más dualidad. Un asta en dos, dos en cuatro, geométricamente, en proporción áurea.
Ramas enteras como árboles caían desde la altura de su cráneo frontal. Cascadas de luz fósil. Antigua y nueva. Caían y se erguían en un vals estático, que recordaba el movimiento petrificado de los días férreos. La fosforescencia de sus ojos emergía cual vertiente de la montaña. Lágrima pronta escurridiza entre los párpados secos, humedecidos hoy por la floración primaveral. Intacta. Una mirada de profundidad insondable, perenne.
Atosigadas pestañas recorrían el diamante del ojo contorneándolo como un nido. Un abrazo reminiscente al brillo, que recuerda el olvido pronto de las batallas sucesivas. Que abona los suelos de tortugas gigantes dormidas, inmersas en la tempestad de un invierno desesperante.
Cabellera enredada cual manto de protección, cubría su piel de espesor e intensa resistencia. Del color del fuego, el brasero, la madera seca, el polvo, las manos ancianas surcadas por ríos de miel roja, caían sobre su pecho, escudo del tiempo, los cabellos rizados de un color memorable. Vestían a la bestia de mágico ropaje, criatura de los cielos, los vientos y los mares. Sus piernas, dos columnas desnudas. Pezuñas de un color oscuro clavadas como dagas en el desierto, daban sostén al mundo en lo alto. Su vientre era del mar más profundo. Se difuminaba la cabellera en varias gamas hasta llegar al color celeste acuoso que pintaba a las pequeñas escamas encorazadas de un tornasolado indescriptible. La delicadeza de un ángel, de una mujer. Sobre si misma giraba su flexible cola de pez, danzando en el silencio de un mar suspendido en el aire. La única aleta final circunscribía la esfera del cuerpo etéreo. Créanme. Yo vi a aquel ser en las entrañas de mis sueños. Una sirena con cuerpo de alce y mente de ave. Un alce como un pez. Un nuevo dios de la tierra, el mar y el cielo.

Imagen: Boceto de un sueño.

Anexo: "el caprialce, dicese de el que con su parte delantera avanza hacia el tiempo, hacia la conquista de los montes, y que con su parte de pez trae consigo el recuerdo de sus origenes, origen acuoso comun a todos los seres de la tierra. sabio el caprialce que avanza y a su vez recuerda"  Corina Sanucci