miércoles, 30 de marzo de 2011

niña helicoidal

Palabra a palabra el cuentagota desagota.

El timbre de voz de los tubérculos es tan grueso como su corazón.
Sabe a tierra mojada.

Ahí me encontrás, dónde me enamoré. De la cálida y profunda mujer con manos de niña, que envuelve como una canción a la madrugada. Que me amplía porque su color es de silencio.

Cuánta metáfora es salir de la mano. A encontrarnos como antes, cúando éramos palabra en el vacío. A recorrer estos nuevos paisajes.

Pocas son las cosas que no me asombran hoy. Todo canta, todo sonríe y tu corazón es el que ve. Y tus manos las que bailan. Porque comés con los dedos, porque sentís el sabor de mirar y te endulza el magenta de la flor de palo borracho, te emborracha el sonido de las hojas que crujen mientras caminas, que es como volar.

Sos tan eterna. Tan todo que temo no verte al pasar, cuando te mimetizas con las frases del ruiseñor o te giras haciendo la ronda con las niñas de liquidambar.