jueves, 16 de junio de 2011

Mitología

Hubo en tiempos antiguos un ser blanco llamado Béb. Nacido del algodón que desprende el fruto del palo borracho (Chorisia Crispiplora) y las suaves caricias de los panaderos (semilla de la flor de diente de león) fue uno de los 4 hijos de Loloaeûm. Se dice que sus ojos emanaban las doce realidades que percibimos desde lo personal, siendo él participe de todas en simultáneo. Ese fue su mandato hasta que los frutos de la humanidad estén preparados para tomar conciencia de la omnivisión. Fue alabado como un Dios Policéfalo. Su hermana fue Agtina, que devino en materia y unió las realidades creando el tejido que dá sostén o matriz. De ella brotó lo fértil, la belleza y la fluidez se derramaban de la fuente. El tercero de sus hermanos fue Âspereiôn quien nacido del mismo fruto se cubrió de las cáscaras y se volvió un Guerrero, protector de los Térreos. Con la misma gracias de la omnipresencia su caminar dispersaba las sombras. A su corteza se la llamó cielo y nadie osó molestarlo en sus tiempos más altos. Al cuarto hermano se lo creyó sin vida, pero en realidad, se le había otorgado una responsabilidad importante, la de dar muerte, a todos los rasgos de Agtina o realidad emanada. Estos fueros los 4 hijos de Loloaeûm.