sábado, 7 de abril de 2012

Al tirano que habita en mi, en ti. En todos.


Quiero en el amor, no me obligues a amar.
No me obligues a seguirte como siguen las bestias a quien les da de comer.
No me des la comida en la boca como a un ave, sin enseñarme también a volar.
Sin empujarme del nido, como con descuido.
No me retengas en tus cálidos estanques.
Ya no quiero beber el agua estancada.

Que te descuides de mi para que crezca.
Que mires hacia un lado cuando salga corriendo a atrapar la mariposa.
Se que te preocupa que me caiga.
Pero quizás la caída me haga mas fuerte.

Dejame romperme en pedazos. Yo juntaré mis partes.

Me abrazas como a un niño caído del árbol, del nido, de la luna.
Como a un pez fuera del agua. Tienes miedo que me rompa.
Por eso me proteges. Pero te has vuelto un tirano.
Un rey inútil, que solo se atrapó en su propio reino.
Cuantas murallas. Así ya no llegaras tan lejos.

¡No estoy débil! - La voz de un pueblo viejo, protegido por un rey.
Algo en ti muere precoz hoy - Los hijos del pueblo.
¡No estoy débil! - Mientras se pierde en el tiempo el pueblo viejo.
Ya eres nuevo. - Los hijos.
Gracias. - Los hijos de los hijos.

Haremos una fiesta, y todos estaremos invitado. Aunque seamos uno. Los invito a pasar. Y almorzaremos nuestras propias muertes. Y desayunaremos de la luz de la mañana. El almíbar lucido, de la conciencia que crece en nuestros días.

En circulo infinito, mientras el dragón de agua y fuego, se muerda la cola y se alimente de si mismo, estaremos a salvo.

Cuanta inmensidad en tu silencio.. mi silencio.

Silencio.