martes, 21 de febrero de 2012

mañana inolvidable


Y en aquel amanecer le vi las costillas a un dios que paso volando cerca. Era una mañana diferente. Esta vez era diferente. Los colores tenían algo. Algo así, algo blanco, como si cantaran, o riesen, eso era, una quietud que se mueve a lo lejos, y se siente cerca.
Sí, esa mañana no me despertó una jauría de perros, ni los gritos de alguien danzando desesperado a la magia que se agotó en las ciudades..
Me despertó luz, jugando y mirándome a los ojos, me desperto un destello en su mirada, que parecía un pez.
Me despertó una nube de pájaros contra mi ventana. Que estaba abierta.
Y no solo me despertaron, también me prepararon el desayuno, entre sonidos tan diminutos, uno tras otro, como un concierto de pequeños ángeles alegres, me fueron convenciendo que esa mañana era diferente.
Hasta me pusieron las medias sin dejar que yo dijera una sola palabra..
Que mañana, por favor. No se que fue lo que pasó esa mañana.
En tanto más golondrinas, palomas y otros seres alados volaban girando en el vientre de ese enorme dios que asomaba la barriga.
Un viento fresco entraba por los poros de mi piel y el gesto del dios voluptuoso entre nubes desgranadas, parecía decirme algo.
Quizás algún día entienda lo que esa mañana inolvidable sentí, entre sonidos y colores,como una invitación, como una proeza.
No estaba soñando.