domingo, 13 de junio de 2010

Pájaro de cristal

Al fin aterriza el pájaro de cristal, la noche lo devuelve a su origen. Retornar sabe a humedad. El amanecer se queda dormido entre palabras. En la gota se cierra el circulo, la dama sigue girando. Del abrazo crece la flor, y la gota se haya a si misma disuelta en el mar. Pido disculpas si no me encuentran donde creían que estaba, suelo perderme entre las cosas, soy lo que soy. Me dan placer las escondidas, pero solo cuando no me encuentran. Deseo perderme jugando, desvanecerme en un grito, filtrarme entre las miradas y de golpe que explote el dolor en el ombligo que te recuerda: estás vivo. Y de nuevo ser el mismo, al que amo y aborrezco, y no se porque, al que juzgo y controlo y no soy yo quién. Cuánta gracia te puede dar el amanecer si la mitad de lo que crees ser se quedó arremolinada de noche en abanicos cerrados de luna, y te tragó a la fuerza. Y sos tan fácil de masticar que ni si quiera le caíste mal, y sos tan frágil que ni recordás el dolor de cuando te hiciste astillas y lo ves como si fuese propio y es tan mío tan tuyo tan de nadie que me da vértigo la sola idea de verme girando sobre su eje como un trompo.