jueves, 24 de junio de 2010

Harto Artaud

Ver ya mismo las cortezas caídas de los rinocerontes de antes, eso quiero. De esos que se comieron el polvo de sus propios huesos antes que estos sean huesos ya.

Entre gemidos la perla se tragó a la ostra, y nada más se supo de ella, ni de aquella otra.

Aprovecho para reprocharles a los oidos sordos, la falta de atención. A los ojos de vidrio, su frialdad. Y no me basta con reprocharles. También les pasaría lista gritando a mil voces cada una de sus capacidades, cada uno de sus miembros sin uso, corrompidos, atrofiados por no ser. Para ver si de una vez por todas nos ponemos en el lugar que nos corresponde.

Estoy cansado de los titires que tienen titeres dentro, y en sus manos más títeres sin cabeza, y más titeres en sus dedos, y así rama a rama.

Me cansé de ver que todo está desfasado. Y no es un pelo de distancia. Hay un abismo.

Harto.